El LCA (Ligamento Cruzado Anterior) o ACL (Anterior Cruciate Ligament, en inglés) es uno de los ligamentos más importantes en la rodilla. Se encuentra ubicado en el interior de la articulación de la rodilla, cruzando desde la parte anterior (delante) del fémur hacia la parte posterior de la tibia. Su función principal es estabilizar la rodilla, evitando que la tibia se desplace hacia adelante en relación con el fémur y controlando los movimientos de rotación de la rodilla. El LCA/ACL es crucial para la estabilidad durante actividades deportivas que involucren giros, saltos o cambios bruscos de dirección.
El LCA puede romperse debido a varios mecanismos lesionales, que suelen estar relacionados con movimientos bruscos o cambios repentinos en la dirección, así como con impactos directos en la rodilla. Los mecanismos más comunes incluyen:
- Giro o rotación brusca: Un cambio rápido de dirección mientras el pie está fijo en el suelo puede generar una torsión excesiva en la rodilla, lo que sobrecarga al LCA y puede provocarle una ruptura.
- Desaceleración rápida: Al frenar bruscamente al correr o al detenerse tras un salto, las fuerzas que actúan sobre la rodilla pueden ser tan intensas que el LCA no sea capaz de soportarlas, lo que provoca su desgarro.
- Salto y aterrizaje incorrecto: Un mal aterrizaje después de un salto, especialmente si se realiza con la rodilla doblada en un ángulo poco natural o con una rotación de la pierna, puede generar una tensión excesiva en el LCA.
- Impacto directo: En deportes de contacto, como el fútbol o el rugby, un golpe directo en la rodilla, como una entrada fuerte por parte de otro jugador, puede causar una ruptura del LCA.
- Movimiento de hiperextensión: Un golpe o una caída que cause que la rodilla se extienda más allá de su rango normal de movimiento también puede romper el LCA, ya que este ligamento ayuda a limitar la extensión excesiva de la articulación.
